jueves, junio 09, 2011

ORGÍA en el GAM





DE PIER PAOLO PASOLINI

Dirección: Cristián Marambio

Elenco: Cristián Keim, Ana Laura Racz, Daniela Espinosa.
Diseño Integral: Alonso Machuca
Música: Guillermo Eisner
Dramaturgista: Juan José Parada
Asistente de Dirección: Manuel Ortiz
Asistente de Diseño: Carola Chacón
Producción: Francesca Ceccotti y Ana Laura Racz.
Asistencia gráfica y fotos: Eduardo Cerón
Diseño afiche y flyer: Alfredo Jaar

SALA NEGRA 1 GAM
Precio 5.000, 3.000, 2.000 JUEVES POPULARES

Jueves a sábado 21.00 hrs.
Domingo 20.00 hrs.

"ORGÍA" de Pier Paolo Pasolini







He muerto hace poco. Mi cuerpo cuelga de una cuerda, extrañamente vestido.
Acaban de resonar aquí mis últimas palabras, O sea: “Por fin alguien ha hecho un buen uso de la muerte”
Si, esto es lo que dije, antes de balancearme ahorcado, vestido de manera realmente abominable.

¿Echar un vistazo atrás sobre los últimos hechos significativos, y típicos de mi vida?

Es lo único que ahora me interesa hacer: Pero como escritor de aforismos
(A causa, es probable, de la excesiva sabiduría de la muerte)

Bien: este hombre que les habla colgado de una cuerda, con el cuello roto, y frío ya, ha sido un hombre como todos los demás. No ha sido ni un poeta, ni un loco, ni un miserable, ni un drogadicto.

Y ha estado, junto con todos los demás, de parte del poder, (del poder que uno tiene, o del que tan solo participa: No tiene importancia)
Además, pertenecer a la parte del poder, en absoluto significa ser un militante.
Por el contrario, quien acepta ser un tranquilo y respetable detentador aun de una mínima parcela de poder, desea con instinto animal, que su existencia y la ajena sea gris, sin opciones y sin pasiones.

En la órbita del poder está pues la libertad del que no tropieza con su propia existencia.

Si, yo he sido realmente libre e independiente porque he aceptado sin reserva alguna que el poder existe y me he adaptado a ello, con todo el conformismo necesario, y como hombre normal, he tratado de vivir mi parte de él.
Nada de grandezas: solo he sido un hombre común y corriente.

Para completar el cuadro, debo añadir que en absoluto he sido conformista para hacer buen uso del poder: ¡no, no! He sido precisamente de esos que en su libertad, no han conocido ni amor, ni caridad, ni demás dificultades de la conciencia.

(Pero la paz deja huellas sangrientas como la guerra. Otra monstruosidad escenifica sus espectáculos en lugar de las matanzas. ¡Y cuanta paz en este valle entre la cordillera y el mar!)

¿Por qué entonces he podido vivir en paz en un periodo de paz del mundo?
¡Una pregunta absurda la que me hago, después de lo que he dicho hasta ahora!
Bien yo he sido en vida un hombre Diferente: esa es la razón por la que me he preguntado cómo es que he podido vivir en paz, de parte del orden.
Es simple: ocultando a mi mismo y a los demás mi Diversidad.
Que jamás ha sido examinada, comprendida, aceptada, discutida, manipulada. Ha permanecido virgen tal y como vino al mundo, conmigo (o con mi infancia).
Y por tanto se ha limitado a actuar.
¿Se puede actuar antes de decidir? ¿O sin decidir?; Si.
He examinado, comprendido, aceptado, discutido, manipulado mi Diferencia sólo pocos minutos antes de morir: es decir el tiempo necesario para quitarme la vida, de modo ejemplar.



Reitero entonces que si mi vida hubiese sido un espectáculo, no habría sido yo quien me encontrara ante el drama.

El flash-back de los últimos sucesos de mi tragedia no podrían haber sido drama o dilema, más que para la conciencia de un posible espectador.

Y he aquí cuáles me parecen, de muerto, los términos de este dilema:

¿Tiene la Diferencia derecho a permanecer siempre igual a sí misma?
¿A no ser, en ese caso, más que evidencia de escándalo?
¿No debe más bien convertirse en otro escándalo?
¿No es acaso la Diferencia más que un mero termino de negación de la norma? ¿Y por tanto parte de la propia norma?
Y, lo que importa, ¿Qué debe hacer el que es Diferente?
Negro, judío, monstruo, ¿Qué se te pide que hagas?
¿Reconstruir en ti la realidad, Haciéndola de nuevo real?

O bien…
¿Debes en cambio aceptarla –aceptarla tal y como te la has encontrado?
¿No tienes otra cosa que hacer, Diferente, más que perderte, para así reencontrarte?

Bah, no he logrado responder a estas preguntas más que de manera confusa, repito, unos instantes antes de ahorcarme.

Pero si lo que mi muerte vuelve significativo de mi existencia fuese una representación, creo que a los espectadores, mis enemigos, que quieren defenderse de mí, les diría: “Os lo ruego, sed como esos soldados que han entrado los primeros, tras las alambradas de un campo de concentración… Y allí sus ojos…. ¡Ah, os lo ruego, Sed jóvenes como ellos!” Eso es todo. Y ahora, que os divirtáis.